CLASE DE ÉTICA Y VALORES. 5 B.
Martes 29 de Septiembre.
Valor: El Amor.
Tema: Valores en la familia.
Desempeño: Afianzar los valores en mi familia.
https://www.youtube.com/watch?v=JV1hqM7vDG4
LA FAMILIA FELIZ
Pero no todos los caracoles se habían extinguido. Todavía quedaban dos caracoles blancos, la especie más noble de todos los caracoles. Eran muy viejos y habían permanecido bien escondidos, lejos de la casa en la que se comían a sus amigos, primos y hermanos.
Un día, los viejos caracoles blancos encontraron un pequeño caracol común perdido, y lo adoptaron con si fuera hijo suyo, porque ellos no tenían a nadie más y se hacían mayores. Pero el pequeño caracol no crecía. Al fin y al cabo, no era más que un simple caracol ordinario.
Un día, la mamá caracola creyó observar que su pequeño se desarrollaba, y le pidió a papá caracol que se fijara bien, a ver qué le parecía. El papá caracol confirmó que, efectivamente, el pequeñín empezaba a crecer.
Un día se puso a llover con fuerza.
-Escucha el rampataplán de la lluvia sobre los lampazos -dijo el viejo caracol.
-Fíjate en las gotas de lluvia -observó la madre caracola-. Mira cómo bajan por el tallo y lo mojan. Suerte que tenemos nuestra buena casa, y que el pequeño tiene también la suya. La naturaleza nos han tratado a nosotros, los caracoles, mejor que a los demás seres vivos, porque tenemos una casa desde que nacemos, y para nosotros plantaron un bosque de lampazos. Me gustaría saber hasta dónde se extiende.
-No hay nada fuera de aquí -respondió el padre caracol-. Mejor que esto no puede haber nada.
-Pues a mí me gustaría ver la casa vieja que hay más allá -dijo la vieja caracola-. Todos nuestros antepasados pasaron por allí, así que debe ser algo excepcional.
-Tal vez la casa esté destruida -dijo el caracol padre-, o quizás el bosque de lampazos la haya cubierto.
-No seas tan negativo-dijo la madre-. ¿No crees que si nos adentrásemos en el bosque de lampazos encontraríamos a alguno de nuestra especie? Nuestro pequeño necesitará una compañera.
-Seguramente habrá por allí caracoles negros -dijo el viejo caracol-, caracoles negros sin cáscara, que son ordinarios y orgullosos. Podríamos encargarlo a las hormigas, que siempre corren de un lado para otro, como si tuviesen mucho que hacer. Seguramente encontrarían una compañera para nuestro pequeño.
-Yo conozco a la más hermosa de todas -dijo una de las hormigas-, pero me temo que no haya nada que hacer, pues se trata de una reina.
-¿Y eso qué importa? -dijeron los viejos-. ¿Tiene una casa?
-Tiene un palacio -exclamó la hormiga-, un bellísimo palacio hormiguero.
-Muchas gracias -dijo la madre caracola-. Nuestro hijo no va a ir a un nido de hormigas. Si no tenéis otra cosa mejor, hablaremos con los mosquitos blancos, que vuelan a mucha mayor distancia, tanto si llueve como si hace sol, y conocen el bosque de lampazos por dentro y por fuera.
-¡Tenemos esposa para él! -exclamaron los mosquitos-. Allí cerca, en un zarzal, vive una caracolita con casa. Es muy pequeñita, pero tiene la edad suficiente para casarse. Está a cien pasos de hombre de aquí.
-Muy bien, pues que venga -dijeron los viejos-. Nuestro pequeño posee un bosque de lampazos, y ella, sólo un zarzal.
Y enviaron un recado a la señorita caracola, que necesitó ocho días para hacer el viaje. Y se celebró la boda. La pareja recibió como regalo la herencia de todo el bosque de lampazos.
Cuando acabó la fiesta, los viejos caracoles se metieron en sus casas y se quedaron dormidos para siempre. La joven pareja reinó en el bosque de lampazos. Tuvieron muchos hijos, a los que enseñaron prudencia para no ir más allá de sus dominios y así librarse de ser comidos por los habitantes de la casa.
Y allí vivieron felices para siempre, rodeados de todo lo que necesitaban para vivir.
-Muy bien, pues que venga -dijeron los viejos-. Nuestro pequeño posee un bosque de lampazos, y ella, sólo un zarzal.
Y enviaron un recado a la señorita caracola, que necesitó ocho días para hacer el viaje. Y se celebró la boda. La pareja recibió como regalo la herencia de todo el bosque de lampazos.
Cuando acabó la fiesta, los viejos caracoles se metieron en sus casas y se quedaron dormidos para siempre. La joven pareja reinó en el bosque de lampazos. Tuvieron muchos hijos, a los que enseñaron prudencia para no ir más allá de sus dominios y así librarse de ser comidos por los habitantes de la casa.
Y allí vivieron felices para siempre, rodeados de todo lo que necesitaban para vivir.
gracias seño
ResponderEliminarMauricio lazo
ResponderEliminarListo profe
ResponderEliminarListo
ResponderEliminar